viernes, 11 de julio de 2008

18 Sentimientos.

- ¡¡¡¿Qué haces pervertido?!!!
Marco se pone de todos los colores t retrocede arrastras. Yo le miro muy enfadada pero entonces me fijo en su mano y en su pierna.
- ¡¡Estas herido!! ¿Qué ha pasado?
- Euh... Sí... Yo... Vi al viejo y...
- ¡¿Cómo?! ¿Tienes el papel?
- No...
Mis esperanzas se van desvaneciendo.
- Ven, a ver...
Le cojo la mano y levanto el vendaje despacio.
- Auch, qué daño, ¿no?
- Y que lo digas...
- Yo... Me he vuelto a desmallar, ¿no? Lo siento...
- Sí. Alicia, tienes que comer algo...
Lo había olvidado... Carol... No sé que hacer, no soy capaz de comérmela, pero tiene razón Marco, si no comemos nosotros también moriremos...
- Es... Está bien, Marco... Comámonos a Carol...
Marco se queda sorprendido y dibuja media sonrisa en su rostro.
- Hay que tener valor... Vamos.
Estamos frente a Carol, ella yace muerta con la mirada perdida y la boca abierta... Está bañada de sangre.
Marco saca la navaja y la mira con angustia, después mira a Carol y ahoga un sollozo. Acerca la navaja dispuesto a cortar.
La navaja desgarra lentamente la carne de Carol, no es un buen instrumento para cortar carne, por lo tanto cuesta bastante. Marco no puede evitar llorar, yo tampoco.
Me arranco trozos de pantalón y enciendo una fogata con la que cocinamos la carne.
La carne, he de admitir, está deliciosa, más a mi no me produce ninguna satisfacción. Mi hambre se atenúa pero mi angustia y mi culpabilidad cada vez me taladran más el corazón.
Nuestras ropas quedan llenas de sangre, cada día tienen más sangre, sangre que me recuerda que estamos aquí atrapados, que nos alimentamos de los cadáveres de otras personas, que en cualquier momento podemos morir, que somos las marionetas de alguien que ni tan siquiera da la cara...
Todos estos pensamientos, esta sangre, esta angustia... No puedo evitar llorar... Siempre estamos llorando.
Marco me abraza.
- Alicia, tenemos que ser fuertes.
Le miro, pasea sus dedos sobre mi rostro secando mis lágrimas y sonríe. Me acerco, acerco mis labios hacia el, siento su calor... Le beso en la mejilla.
- Gracias por todo...
Nos volvemos a mirar y se me olvidan todos los pensamientos que me oprimían y dañaban el corazón. Apoyo mi cabeza en su pecho y cierro los ojos apartándome de la melancolía que envuelve las habitaciones de este lugar. Él acaricia mi pelo y me acoge entre sus brazos.
- Descansa... Estás herido.
Mis palabras mimosas se pierden en el silencio. Levanto la mirada; está dormido.
Le debo tanto... Y no sé como agradecerselo... Daría mi vida por él... Se merece eso y más. Es la persona más grande que he conocido nunca. Podría pasarme el resto de mis días encerrada en este lugar, sin comida, llena de sangre, herida, cansada, perdida... Podría permanecer el resto de mi tiempo de esta manera si él nunca me dejara, si estuviera para llevarme a un lugar mejor cada vez que me abraza, para alejarme de la tristeza cuando me mira y me sonríe.
Creo que este sentimiento es nuevo para mí... Creo que no es amor, nunca había sentido el amor de esta manera... Me basta con su presencia, no necesito nada más.

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