viernes, 4 de julio de 2008

12 Ova: La huída de Ayumi


Este sitio es horrible... Necesito escapar, no he hecho nada para merecer estar aquí.
Mañana Enrique volverá y me dejará embarazada por 5ª vez... Y si al menos pudiera ver a mis niños, si pudiera estar con ellos... A saber que barbaridades les harán.
Me dijeron que en España encontraría un buen trabajo y una buena vida, me dijeron que podría olvidar lo que le pasó a mi familia en Japón... Si ellos siguiesen vivos... Desde aquel accidente no he vuelto a ser la misma, pero, todo esto, este lugar, esta gente... Es demasiado.
A saber cuantos años llevo aquí, a saber qué será del mundo exterior... Ya no recuerdo cómo son las cosas fuera de este lugar... Tengo que escapar.
Me despierta el ruido de la puerta metálica cerrándose, Enrique entra en la habitación. Estaba soñando con un lugar lejos de aquí, soñaba con la libertad... Ojalá me durmiera y soñara eternamente.
- Ya estoy aquí, Ayumi... ¿Me echaste de menos?
Me limito a mirarle por el rabillo del ojo.
- Es igual, comenzemos, hoy me he despertado con más ganas que nunca...
Una vez más, como cada día, me encadena y me oprime. Se baja los pantalones y se acerca a mi con sonrisa de satisfacción. Esta vez no opongo resistencia.
- P... Por favor, no sigas...
- Vamos Ayumi, sabes que te gusta... Lo sabes de sobra, ¿verdad que si?
- Qué más quisieras, asqueroso.
Enrique frunce el ceño y levanta la mano abierta dispuesto a pegarme.
- Maldita zorra, cállate.
- Adelante... Por favor, hazlo, mátame.
Enrique baja la mano y con cara de desprecio empieza su labor.
Yo permanezco en silencio unos segundos y empiezo a gemir sin más.
- ¿Cómo? ¿Qué coño haces, guarra?
- Creo que... Me tengo que acostumbrar a esto, creo que me lo voy a tomar como un favor.
- Buena chica, no eres la única que hace esto, te saldrá mejor.
Joder... No puedo creer que de veras haya mujeres así...
- Mhhh... En... Enrique....
Me acerco a sus labios y le beso, entonces separamos nuestras cabezas, nos miramos y le golpeo con la cabeza dejándole inconsciente.
Cuando mi padre me enseñaba a dar duro me parecía que no era nada propio de una mujer... Creo que es una estupidez que pensase así.
Me muevo y me retuerzo intentando liberarme de las cadenas cuando veo por la ventanilla a otro empleado asomarse sobresaltado, coge las llaves dispuesto a abrir. Justo a tiempo, he conseguido liberarme, pero sigo con esta maldita camisa de fuerza...
Corro hacia el empleado y le asesto un golpe en la barriga apartándole de mi camino. Corro como nunca antes he corrido y me escondo en la primera habitación que veo.
Dios mío... Es el laboratorio... Está lleno de bebés, una gran parte muertos. Hay dos puertas, entro en una de ellas y veo un niño, de aproximadamente 4 años, atado a una silla, con algunos tubos para alimentarle y algunos cables... Frente a él hay un televisor que muestra una grabación de una tortura a una mujer...
El niño al verme produce ruidos extraños.
- ¿..Hola? ¿Cómo te llamas?
No contesta, parece que no sabe hablar, sospecho que lleva aquí toda su vida... No puedo sacarle de aquí pues llevo la camisa de fuerza... Si pudiera hacer algo... Esto es inhumano.
Salgo de aquel cuarto negro y me meto en la puerta de al lado, es un almacén. Al fin veo entre algunos trastos una máquina para cortar no quiero saber qué. Me acerco y me rompo la camisa de fuerza liberándome y, por supuesto, dejando mi cuerpo totalmente al desnudo.
Me aproximo rápidamente hacia un armario que hay y me pongo un traje y una máscara de laboratorio.
Salgo de la habitación y vuelvo con el niño. Me acerco a él y hace aspavientos violentos mirándome con cara de agresividad. Me quedo pensativa mirándole y miro al televisor. Si se ha criando viendo como torturan mujeres... No creo que pueda acercarme a él, pero sin embargo...
De repente los cables que tiene consigo el niño le proporcionan una descarga eléctrica. El niño sigue haciendo aspavientos, intentando liberarse de la silla para ir a por mi, parece que la descarga no le hubiera afectado, más sus ojos empiezan a derramar lágrimas de socorro.
Necesita ayuda, pero si le suelto, aparte de que me puede matar, si no lo hace, me descubrirán.
- Yo... Lo siento mucho, nunca me lo perdonaré... Adiós.
Me apresuro a salir del cuarto con lágrimas en mis ojos. Salgo del laboratorio y busco una salida.
Se aproxima a mí un empleado. Mierda... Me han pillado. El empleado me mira y me saluda con la mano. Bien, no me reconocen con el traje.
Sigo a paso ligero sin mirar hacia atrás, entonces oigo un grito de alarma.
- ¡¡Una paciente se ha escapado!!
Se me para el corazón, pero me lo pienso dos veces antes de echarme a correr, pues me delataría irremediablemente.
Todos me buscan, el psiquiátrico entero está alborotado.
Voy pasando por delante de las puertas y veo a las mujeres sumidas en la desesperación, llorando en sus celdas. Meto la mano en un bolsillo y encuentro unas llaves, y mi moral puede a mi instinto de supervivencia obligándome a abrir las puertas de las celdas. Se asoma por el pasillo una mujer, es la que me da de comer cada día, se queda en el sitio observándome y ve cómo he liberado a otras tres mujeres. Pone su mano cerrada sobre su pecho en ademán de esperanza y no me dice nada. Entonces voy a liberar a las seis mujeres que quedan, pero cuando me quedaba una me sorprende un empleado con las manos en la masa y dos mujeres le embisten para que yo pueda liberar a la que queda. La libero y me voy corriendo hacia la salida.
Libertad, luz del sol, mi casa. Todo ha terminado, más el recuerdo de aquél lugar me atizan y me lastiman el corazón, impidiéndome volver a vivir una vida normal... No puedo vivir pensando en que ese maldito manicomnio sigue haciendo experimentos, podría denunciar pero... No sería raro que me tomasen por loca y no quiero volver allí.

No hay comentarios: